Son diversas las preguntas que aun podemos hacernos acerca
de estas sociedades a las que nos hemos aproximado a través de los alcances
etnográficos: ¿Qué mecanismos sociales han permitido la supervivencia de grupos
humanos de origen ancestral, con relaciones de producción distintas al
Capitalismo expansionista, en varias regiones del planeta?
¿Están condenadas a desaparecer estas sociedades por las
presiones del Capitalismo global o constituyen proyectos viables de sociedad a
futuro, como lo han sido hasta nuestros días?
Parto de las premisas de que estas sociedades: a) son
receptivas a todo lo que acontece en su entorno físico y social, b) son
heterogéneas, c) también son contradictorias –dinámicas y cambiantes en el
tiempo- y d) especializadas, lo que les ha permitido establecer intercambios y
alianzas diversas, ampliando su repertorio de recursos materiales y simbólicos,
preservando así su modo de vida.
El reconocimiento de la heterogeneidad en las sociedades
etnológicas o precapitalistas nos permite entender que comparten un importante
inventario de rasgos culturales, pero que también presentan considerables
diferencias.
Estas diferencias de mayor profundidad rebasan las
expresiones culturales como el lenguaje, la simbología, la ritualidad, las
relaciones de parentesco, las prácticas de obtención de alimentos, el arte, las
formas constructivas y la elaboración de utensilios y herramientas. Son
diferencias sustanciales que se localizan en la forma de producir, distribuir y
consumir sus bienes materiales; en las formas de propiedad establecidas y en la
manera de relacionarse intragrupalmente y con otros grupos humanos externos. Es
decir, en los modos de producción, que integran los procesos económicos de las
comunidades etnológicas en diversas regiones del planeta.
La hipótesis que guía esta investigación plantea que se
pueden reconocer tres distintos modos de producción entre las sociedades
etnológicas o precapitalistas, que han coexistido en forma conflictiva con el
Capitalismo en su evolución histórica y que aun no es posible vislumbrar su
desenlace.
De esta suposición se deriva la idea de que es factible la
coexistencia entre distintos modos de producción en diversas épocas, aun cuando
haya uno predominante y que tal coexistencia no se lleva acabo de manera
armónica, articulada, ni mucho menos pacífica, sino que está determinada por el
conflicto permanente, traducido en guerra, despojo y dominación, debido a la
tendencia expansionista de algunos de ellos, por lo que no puede haber
coexistencia estable y duradera entre distintos modos de producción que entran
en contacto.
Entre los modos de producción de las sociedades etnológicas
o precapitalistas definiremos uno de tipo comunitario, sin clases sociales; y
dos más con una clara división clasista: el esclavista-tribal y el
cacical-tributario.
Denomino sociedades etnológicas o precapitalistas a los
grupos humanos de cazadores-recolectores, pescadores y agrícolas contemporáneos;
agrupados por lazos de parentesco (por consanguinidad o afinidad);[2]
que han estado vinculados a un territorio ancestral, aun cuando han sido
desplazados violentamente de las tierras más fértiles por el Colonialismo; son productores de mercancías con valores de uso y en distintas medidas con valores de cambio; no utilizan la escritura y se distinguen del
modo de vida occidental (mantienen formas de vida y tradiciones de origen
milenario); provienen de formaciones económico sociales anteriores al
Capitalismo y actualmente se encuentran insertos en el proceso histórico
global.
En el plano simbólico expresan un profundo respeto y
aprecio por la naturaleza a la cual conciben en forma estrecha, no como un ente
superior, ni inferior, sino como una unidad en que la sociedad forma parte. De
esta manera, la tierra y el espacio circundante constituyen la base de su
identidad; sostienen una cosmovisión cíclica y mitificada del universo en el que las diversas
deidades representan fuerzas de la naturaleza; la ritualidad recrea los
orígenes del mundo y promueve su equilibrio y continuidad en el tiempo; elaboran ofrendas,
realizan sacrificios rituales y rinden culto a los antepasados míticos
(totemismo)[3].
a) Modo de producción comunal:
se integra por grupos humanos de población reducida -denominados bandas o
cazadores recolectores en la literatura antropológica-, agrupados por parentesco y generalmente acotados a
un territorio poco fértil para la agricultura; y tribus agrícolas sedentarias,
que son ya propietarias del objeto de trabajo: la tierra y pueden complementar
la producción de alimentos con la caza, la recolección y la pesca. La división
del trabajo es flexible, por lo que cualquier miembro del grupo puede realizar
labores productivas sin restricciones definitorias importantes; cuentan con
jerarquías y liderazgos -que se definen por la edad y experiencia- pero no
clases sociales, ni Estado; por lo que no existe la explotación del trabajo ajeno. Las
fuerzas productivas están dirigidas a garantizar la apropiación y producción de
alimentos. Se implementan relaciones sociales de producción en las que
predomina la cooperación y la reciprocidad; la mayor parte de los medios de
producción, son de propiedad comunitaria, aunque existe la posesión individual
de diversos objetos y herramientas; la distribución y redistribución de los
bienes producidos es proporcional a las necesidades de cada persona. Aunque
este sistema socio-económico constituye la evolución contemporánea de un modo
de producción comunal primitivo el cual fue alguna vez predominante –hace miles
de años-, manifiesta particularidades históricas que lo distinguen de su
antecesor.
b) Modo de producción
esclavista-tribal: corresponde a grupos humanos
de mayor población por lo que la división del trabajo se amplía y se establece
por diferencias de edad, de sexo y de linaje; los jefes basan su poder en la
capacidad de redistribuir y retener para su clan las tierras más fértiles y los
bienes producidos o intercambiados a otras comunidades y justifican su poder en
el prestigio religioso y militar de su grupo. Las fuerzas productivas se
incrementan en la producción agrícola y aparece su contradicción: las fuerzas
destructivas, que son empleadas en la guerra con las comunidades rivales. Se
establecen relaciones de producción inequitativas en las que se explota el
trabajo de esclavos, que son los prisioneros de guerra que provienen de otros
clanes y grupos étnicos. Se trata de sociedades clasistas, por lo que cuentan con un Estado.
c) Modo de producción cacical-tributario: se despliega también entre grupos humanos más numerosos que las sociedades comunales, lo que permite que la división del trabajo se amplíe: además del sexo, la edad y la pertenencia a linajes particulares, existe una marcada diferencia entre el trabajo especializado de culto que se realiza en las principales poblaciones en las que se concentra el poder económico-político y las regiones periféricas dedicadas a la producción de alimentos y mercancías que generan los excedentes para el tributo y los intercambios. Las fuerzas productivas están concentradas en las labores agrícolas y la guerra es ya una práctica institucionalizada que es dirigida por especialistas. Las relaciones de producción están basadas en la explotación clasista de unos clanes sobre otros, por lo que han implementado un Estado; la propiedad de la tierra está en manos de caciques o terratenientes que se encuentran enlazados en distintos niveles de mando, quienes exigen tributo a los grupos subordinados militarmente.
En nuestra aproximación teórica las sociedades etnológicas o precapitalistas son:
1.1.
Sociedades receptivas: las sociedades
comunales son sensibles a lo que acontece en su entorno natural y fuera de él;
tienden a establecer intercambios sociales y culturales, y a la búsqueda de
mejores condiciones ambientales para satisfacer sus necesidades de subsistencia
y simbólicas, por lo que no deben concebirse como sistemas cerrados:
… se nos induce a imaginar a cada grupo
desarrollando su forma social y cultural en relativo aislamiento y
respondiendo, principalmente, a factores ecológicos locales, inserto en el
curso de una historia de adaptación fundada en la invención y la adopción
selectiva. Según ello, esta historia ha producido un mundo de pueblos separados
con sus respectivas culturas y organizados en una sociedad que, legítimamente,
puede ser aislada para su descripción como si fuese una isla (Barth 1976:12).
La interacción entre grupos étnicos distintos requiere
generar un espacio de códigos y valores compartidos. En palabras de Barth, una
estructura de interacción que permita la persistencia de las diferencias
culturales:
… por un lado, existe un conjunto de
preceptos que regulan las situaciones de contacto y que permiten una
articulación en algunos dominios de la actividad y, por otro, un conjunto de
sanciones que prohíben la interacción interétnica en otros sectores, aislando
así ciertos segmentos de la cultura de posibles confrontaciones o
modificaciones (Barth 1976:12).
Aun las sociedades en aislamiento, han delineado su modo de
vida en respuesta a los estímulos externos que han sido o podrían ser
traumáticos para su población. Campbell (1985:43-47) documentó que los pigmeos
mbuti practicaban la caza y la recolección, pero también comerciaban con
cultivadores asentados en aldeas: “Suministran materiales de construcción,
carne y miel de la selva, así como algunos servicios en las plantaciones, a
cambio de productos de las mismas como mandioca, arroz, judías y bananas, tanto
como tabaco y vino de palma”. Y aunque dependían de los aldeanos, quienes les
proporcionaban instrumentos de metal (cuchillos, hojas de hacha y puntas de
flecha) y alfarería, podrían subsistir produciendo puntas de flecha envenenadas
de madera, redes y lanzas a partir de productos de la selva.
En nuestro continente, los rarámuri de
1.2.
Sociedades heterogéneas: para
Redfield (1963:12-13) las sociedades que existieron antes de la aparición de
las ciudades eran sociedades folk, así como las que no habían sido
afectadas por las grandes civilizaciones actuales. Planteaba que estos grupos
humanos compartían las características de aislamiento y homogeneidad. Se puede
aclarar hoy, que dicho confinamiento en zonas de difícil acceso se debe al
expansionismo capitalista que ha restringido las opciones de vida y de
movilidad a dichas comunidades. No obstante, aunque una población humana
comparta rasgos físicos externos: complexión del cuerpo, el color de la piel,
la estatura, la forma del cráneo, de la cara, los ojos, la nariz y la boca, el
tipo de cabello, al dispersarse en ambientes distintos como la costa, la
planicie desértica, la selva o la montaña y al entrar en contacto con otros
grupos humanos[4],
experimentará diferencias socioeconómicas y culturales, que contribuirán a
delinear, ampliar y enriquecer su variabilidad étnica dentro de un amplio
territorio.
En
Las sociedades etnológicas son el resultado de un proceso histórico de Colonialismo (genocidio, despojo territorial, asimilación a los Estados nacionales) y resistencia étnica que ya está presente en el siglo XVI; pasa por la lucha entre las potencias imperialistas de los siglos XIX y XX, quienes se disputan sus territorios y continua con una nueva fase de despojo territorial asociado a las necesidades de control geopolítico, de obtención de recursos naturales y de expansión de los mercados de los bloques imperialistas del siglo XXI, al que denominamos Neocolonialismo.
En la soledad de la extrema punta
meridional del continente americano estos hijos de la naturaleza llevaban desde
hacía siglos una vida feliz y satisfactoria. Las generaciones sucedían a las
generaciones, y se adaptaban a un modo de existencia perfectamente válido y
lleno de energía. Otras generaciones habrían podido sucederías sin causar
perjuicio a nadie en el vasto mundo. Un puñado de europeos se instaló en sus
terrenos de caza para hacer fortuna, y en menos de cincuenta años, una antigua
tribu india, cuyo pasado se perdía en la noche de los tiempos, fue exterminada
(El Correo 1954:16).
Las contradicciones sociales internas y externas han
generado, respuestas evolutivas que han derivado en distintas formas de
producción y de relaciones económicas entre sus miembros, predominando las
relaciones de explotación en nuestra época.
Godelier (1983:39-41) observó entre los Barurya de
Nueva-Guinea, formas claras de desigualdad social: algunos clanes se habían
apropiado de los rituales, los territorios de caza y agricultura que
pertenecían a los demás clanes; además, registró relaciones de dominación de
los hombres hacia las mujeres, las cuales debían servir a sus maridos y a los
jefes del clan. En épocas ancestrales, el dominio de género, pudo haber
antecedido al surgimiento de las clases sociales y el Estado.
Las relaciones ideológico-simbólicas de dominación no
podrían germinar sin una correspondencia o sustento en la base económica: la
apropiación de los territorios de caza y agricultura que habían pertenecido a
los clanes dominados.
Las relaciones de dominación se presentan como un
comportamiento natural, producto de
la tradición, recreada a través del tiempo. De esta forma, la ritualidad
justifica las jerarquías, apelando al origen mítico y superior de los clanes dominantes y de los adultos varones al
interior de los mismos:
Lo que llama mucho la atención en la
tribu Barurya, es que los hombres son iniciados para hablar un idioma secreto…
Existe entonces una especie de monopolio de algunos conocimientos por parte de
los hombres y esto se traduce en el lenguaje por un código, un lenguaje
secreto… Por consiguiente, las mujeres no saben exactamente de qué están
hablando los hombres, porque piensan que están hablando de otra cosa… Los
Barurya piensan que el hecho de conocer la palabra “secreta” de una cosa es
tener poder sobre ella (Godelier 1983:39-40).
Se trata de un sistema de dominación en el cual tanto los
hombres como las mujeres consienten comportarse bajo determinadas reglas
jerárquicas:
Un varón que separan de su madre (y
todos los varones son separados de su madre cuando llegan a la edad de nueve
años), empieza a aprender las palabras para designar a las mujeres, las
palabras que sólo los hombres pronuncian cuando están juntos… Por su lado, las
mujeres reciben también una iniciación secreta y tienen también palabras para
designar a los hombres… De hecho, los hombres saben mucho acerca de lo que
hacen las mujeres y las mujeres saben mucho acerca de lo que los hombres hacen
en sus rituales secretos, pero los unos y los otros tienen que comportarse como
si no lo supieran… (Godelier 1983:40).
Observamos entonces, que en este sistema de dominación
subyace la desigualdad económica: la propiedad comunal subsiste, pero ahora
pertenece a menos personas que en el pasado; el modo de producción comunal se
va disolviendo en un sistema clasista tribal, en el que un grupo menor,
especializado en actividades del culto, adquiere la capacidad de disponer de
los recursos como la tierra y los yacimientos de materia prima. Con este poder,
domina a los grupos vecinos, ubicando a su comunidad en los albores de una
sociedad de clases. El proceso de disolución de una sociedad sin clases a una
de tipo clasista en la actualidad surge de las contradicciones internas,
alentada por la dinámica cultural y económica del Capitalismo, que desde el
exterior ejerce su influencia a través de las políticas públicas de los Estados
nacionales.
En otros grupos humanos, la propiedad individual permanece
subordinada a la propiedad comunal, por lo que las relaciones de producción se
mantienen relativamente estables: entre los pigmeos mbuti, de la cuenca del
Congo, en África Central se reconoce la propiedad individual de algunos
utensilios como las redes para cazar y reciben las piezas de animales pequeños,
mientras que las piezas grandes son compartidas entre las familias participantes
(Campbell 1985:45-46).
Las sociedades etnológicas –como todas las sociedades
humanas- contienen en su estructura social[6]
varias posibilidades de relaciones sociales, tanto las de cooperación y
reciprocidad, como las de opresión y explotación. De ahí, que puedan
transformarse, diluirse en un modo de producción dominante o afirmarse en el
tiempo. El cambio social es posible debido a que existen contradicciones
internas que en la confrontación, desembocan en situaciones inéditas. De otra
forma, no existiría el devenir histórico, las sociedades serían estáticas y al
no haber problemas y desafíos que indagar, la ciencia no tendría razón de ser.
1.4.
Sociedades especializadas: presentan
múltiples interacciones sociales y ambientales, procesos y dinámicas internas
de distintos niveles: en
A modo de ejemplo, los papúes de la
costa se han especializado en la producción alfarera; los del interior, que
viven entre pantanos, en la recolección de la fécula de sagu; los baruya de Nueva Guinea se han especializado en la
producción de sal… Los motu, que habitaban el área del actual Port Moresby, se
especializaron en la producción de cerámica… Los siassi de la costa noroeste
supieron aprovechar sus habilidades como navegantes para comerciar con perros,
cerdos y cerámica, creando una red comercial entre Nueva Guinea y las islas de
Nueva Bretaña (Cruz 2007:48).
Cuentan con un profundo conocimiento de su entorno y sobre
los ciclos de la naturaleza:
Los grupos indígenas amazónicos son
agudos observadores de los ritmos naturales y han acumulado un amplio y
sofisticado conocimiento de los ciclos estacionales… son conscientes de índices
ecológicos complejos que ordenan la interrelación de los ciclos del agua, los
vientos y la temperatura, y de sus efectos en los ciclos reproductivos de los
peces, la fauna terrestre y los frutales silvestres, y en la regulación de las
actividades rituales y productivas de la gente (Echeverri 2009:15).
En la selva tropical del sudeste de Suriname, los curanderos wayana conocían y utilizaban más de cien diferentes especies de plantas con fines curativos a finales del siglo pasado (Plotkin 1994:15).
También en la producción de vestido se puede observar la especialización,
resultado de la acumulación de conocimientos y repetición de procesos
productivos a través de miles de años:
El vestido típico melanesio es objeto de
una compleja elaboración, fabricado con fibras vegetales y cortezas. La técnica
de procesado y tratamiento de la corteza de árbol se conoce como tapa. La tela de corteza se fabrica
utilizando cortezas adecuadas, convenientemente esponjosas. Es preciso separar
sus capas y sumergirlas en agua, con lo que ganan en flexibilidad y blandura.
Una vez hecho esto, se procede a machacar las capas consiguiendo que las fibras
ganen en cohesión y manipulando su tamaño y grosor. Cuando se han machacado lo
suficiente, las telas así elaboradas son fáciles de trabajar y, sobre todo,
flexibles, adaptándose al cuerpo. La parte final del proceso en su decorado,
pintando la tela con vivos colores y engrasándola para facilitar su
conservación (Cruz 2007:27).
Las sociedades etnológicas poseen una tecnología adecuada
para garantizar la reproducción social, además, sus prácticas y mecanismos de
subsistencia le han permitido transitar a través de milenios de evolución
humana. La escasez observada en estas sociedades por el evolucionismo y la
antropología colonial, valorada como un rasgo de inferioridad cultural, es en
realidad una construcción ideológica, que surge de la comparación con la
sociedad occidental, a la que se ha pretendido ubicar en el pináculo del
progreso.
Estos grupos humanos han subsistido en una riqueza
ambiental y social fuera de los parámetros de la sociedad burguesa. De ahí que
la mayoría de los conceptos con los que se ha pretendido definirlas, resultan
inapropiados: sociedades primitivas, rudimentarias, arcaicas, bárbaros, salvajes,
vestigios de sociedades antiguas, supervivencias del pasado; que expresan -más
bien- la pobreza analítica y el sesgo de presunta superioridad que imponen los
estudios coloniales y neocoloniales de los últimos 150 años.
Fundamentos teóricos
Mi enfoque teórico sigue la tradición de los planteamientos
de Marx (1989) en las Formaciones económicas precapitalistas, que forman parte de un trabajo más amplio: Gründrisse der Kritik der politischen
oekonomie (Elementos fundamentales para la crítica de
Además, la nuestra es una antropología con una postura
crítica que abandona el enfoque de las “sociedades primitivas”, como reliquias
del pasado, aisladas e inalteradas durante milenios. La tecnología y las
manifestaciones culturales de las sociedades etnológicas no deben ser definidas
como rudimentarias, porque resultan funcionales y armónicas con la organización
social que actualmente sostienen. Son también producto de la evolución histórica de su modo
de producción. Las comparaciones que se hacen con la cultura occidental
expresan la falsa superioridad moral que pretenden seguir imponiendo los
evolucionistas vulgares.
Coincido asimismo con
Tras la desaparición de
Ya en un trabajo previo (Ovalle 2011), presentado en el
Primer Coloquio Internacional de Marxismo y Antropología, llevado a cabo en
No obstante, el Capitalismo funciona de otra manera: cada
época de expansión de las fuerzas productivas, culmina con la imposibilidad de
continuar el crecimiento debido a la sobreproducción de mercancías, la
competencia desleal e inequitativa y la caída en el consumo. La consecuencia es
entonces, que al no encontrar más posibilidades de expansión, y una vez
agotados los mercados tradicionales, el Capitalismo entra en periodos de
estancamiento y recesión mundial cíclicos que lo acercan al colapso. Basta
señalar que una de las condiciones básicas de su existencia, es expandirse
continuamente por el mundo, revolucionando continuamente las fuerzas
productivas y habilitando nuevos mercados para obtener así, tasas de ganancia
constantes:
Espoleada por la necesidad de dar cada
vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero.
Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos
en todas partes (Marx 1984:31).
En el presente trabajo, parto de la suposición de que el
Capitalismo del Siglo XXI es incapaz de lograr la supremacía sistémica mundial
sólida, plena y duradera, porque sus prácticas y valores de explotación del
trabajo, exclusión social, competencia desleal, opresión de clases, consumismo,
individualismo y dominio cultural, son incapaces de superar los principios de
comunidad insertos en otras formas de organización social, incluyendo al
Socialismo, que ya se manifiesta como contradicción interna en algunas regiones
del planeta. Es decir, el Imperialismo no ha logrado sostener con plenitud su
dominio económico y cultural a nivel planetario y se encuentra lejos de
lograrlo, aun cuando parece tener el control de la población mundial a través
de la ideología burguesa, los mercados internacionales y su poderío militar.
El Capitalismo ha desarrollado maravillosamente las fuerzas
productivas sociales, pero así mismo, su desarrollo no es más que una historia
de antagonismos, de crisis, de conflictos y desastres. En última instancia, ha
revelado a todo el mundo, salvo a los ciegos por interés, su carácter puramente
transitorio (Marx y Engels 1980:48).
Además de su contradicción fundamental depositada en el
trabajo y en la organización de clase del proletariado, el Capitalismo
expansionista genera diversas contradicciones secundarias, las que se
manifiestan como movimientos reivindicativos de campesinos, colonos, mujeres,
estudiantes, profesores, intelectuales revolucionarios y pequeños comerciantes
entre otros.
El sistema burgués también se confronta entre distintos
bloques imperialistas que se disputan la supremacía mundial y conmocionan al
planeta con sucesivos e irreconciliables conflictos económicos, bélicos -como el que se lleva a cabo en Ucrania- y hasta
de salud pública -como la epidemia de Covid-19 y el Cambio Climático-, que han
conducido a la humanidad a una crisis civilizatoria de la que difícilmente
podremos salir durante el presente siglo.
Otro frente de confrontación es el del Imperialismo con los
países de economía estatal e ideología nacionalista como Siria; de ideología
teocrática como Irán y ahora nuevamente Afganistán; o con inclinación al
Socialismo como Cuba, Venezuela, Vietnam y Corea del Norte.[7]
También podemos reconocer los antagonismos del sistema
capitalista con las sociedades etnológicas, que aun cuando han sido sometidas a
una presión constante y han asimilado elementos culturales de los mercados
burgueses, mantienen su legado histórico-cultural y algunas sostienen sus prácticas
económicas fundamentales.
De esta manera, la lucha de clases se manifiesta en todos
los niveles sociales a nivel planetario: local, regional y mundialmente. Todas
estas contradicciones fundamentales y secundarias impiden que el Capitalismo se
despliegue cabalmente por el planeta, homogenizando los comportamientos y las
diversas formas culturales, en pautas redituables de consumo, logrando
–entonces sí- la supremacía sistémica plena y duradera. Dichas contradicciones
son las que conducen a este modo de producción a las recurrentes crisis
económicas que padece, al ser incapaz de expandir sus mercados al ritmo de una
constante tasa de ganancia.
El modo de producción capitalista ha pretendido integrar a
su esfera económica y política a las sociedades etnológicas: sus pobladores
como fuerza de trabajo disponible para sus fines expansivos y a sus territorios
como fuentes y reservas de materias primas para la elaboración de mercancías.
Pero al intentar asimilar a estas comunidades, se confronta con un conjunto de
prácticas económicas y culturales antagónicas a las relaciones de producción
capitalistas, generando con ello, un conflicto permanente entre modos de producción
distintos.
Las sociedades etnológicas subsisten como
modos de producción alternativos, en una coexistencia violenta con el sistema
burgués, que sólo es posible superar históricamente con la desaparición total
de varios de los modos de producción en pugna. La síntesis de esta
confrontación en un modo de producción híbrido no es posible, puesto que no
modifica la contradicción fundamental: Capital-trabajo industrial, que emana de
las entrañas del mismo Capitalismo.
En los casos en que se registra una extinción total o una
asimilación de las sociedades tradicionales al sistema de mercado, se trata de
episodios históricos de una misma obra dramática, que tiene como principal
ingrediente al conflicto permanente y cuyo desenlace aun se prolonga.
En una formación económico social tienen cabida una
pluralidad de proyectos históricos que representan distintas maneras de
organizar el trabajo, a los cuales denominamos: modos de producción.
El modo de producción o estructura económica de una sociedad
es la unidad de los procesos productivos y reproductivos[8]
en un momento particular del devenir histórico. Integra a las fuerzas
productivas, que son los elementos necesarios que permiten a los individuos generar sus condiciones materiales de existencia a través del proceso de la
producción e incluye también a las relaciones de producción, que en el Capitalismo son los vínculos que se establecen entre
capitalistas y trabajadores en el proceso de trabajo y que se expresan a través del salario. Las relaciones de
producción, a su vez, definen las formas de propiedad.
El modo de producción y la superestructura
jurídico-política e ideológica[9]
constituyen la esfera sociocultural. El ámbito social descansa en la base
económica, mientras que la cultura, que se traduce en símbolos, significados,
ideas y concepciones del mundo, compone la superestructura.
El modo de producción predominante puede integrar a otros
modos de producción preexistentes a su ámbito de dominio: la acumulación de
Capital, lo cual significa su destrucción parcial. Pero este modo de producción
reinante puede también fracasar en su intento de asimilación y sostener
confrontaciones permanentes con aquellos. En este caso, los modos de producción
subordinados mantienen cierto margen de independencia dentro de la formación
económico social. La principal fuente de disputa entre los modos de producción
es el objeto de trabajo:
Es necesario asentar que no puede haber coexistencia
pacífica entre modos de producción diferentes, cuando se involucra al menos un
modo de producción clasista-expansionista, es decir, de explotación del
trabajo.
De esta manera, la confrontación de clases dentro del
Capitalismo, integra la oposición de otros proyectos histórico-sociales, que
lejos de ser superados, han subsistido dialécticamente (conflictivamente) a
través del tiempo: comunalismo, esclavismo y cacicazgo-feudalismo:
Es en las épocas de transición histórica
donde se muestran con claridad la multiplicidad de opciones y la lucha entre
éstas. En la sociedad de economía política, dividida en clases antagónicas, el
conflicto entre las alternativas es una lucha entre clases, porque las clases
mismas son proyectos históricos. Cuando uno de estos proyectos históricos,
cuyos contenidos concretos son los intereses de clase, logra dominar a los
demás en el transcurso del conflicto, impone un nuevo modo de producción; es
decir, una nueva formación social en la que quedan contenidos los otros
proyectos (Fabregas 1977:52-53).
Difiero con la posición que plantea la articulación
armónica, compatible o congruente de otros modos de producción con el
predominante, ya que esta propuesta teórica supone la desaparición del
conflicto, lo cual, la realidad misma desmiente:
… acepto que la formación social
constituye un todo en el que se articulan el modo de producción característico,
modos residuales, relaciones de producción que tienen que ser compatibles con
el modo de producción fundamental, superestructuras y formas de conciencia
(ideologías) que también deben ser congruentes con el modo de producción
básico, aun cuando queden supervivencias de formaciones antiguas, en la medida
que sean tolerables dentro del sistema (Olivé 1986:37).
En mi perspectiva, la articulación entre los modos de
producción precapitalistas con el predominante, se lleva a cabo de manera
desordenada y poco congruente, aun con los que comparte la explotación del
trabajo como el esclavista y los cacicales-feudales, ya que en momentos
particulares del desarrollo de las fuerzas productivas y del crecimiento de los
mercados, los sistemas subordinados actúan en forma conservadora, encerrándose
en sí mismos para evitar ser arrastrados por el oleaje expansionista[10].
De la confrontación histórica entre el
modo de producción capitalista y los modos de producción precapitalistas los
resultados son variados:
a) La destrucción dialéctica
(transformación sin extinción) del modo de producción precapitalista, en el que
las poblaciones étnicas asimilan las relaciones económicas capitalistas (cesión
de elementos socioculturales):
la desaparición de las tierras comunales y la imposición de la parcela trae
como consecuencia, la propiedad individual de los medios de producción, la
explotación del trabajo, la aparición o afirmación de las clases sociales, la
inserción al proceso de la producción y el consumo, la usura y el
intermediarismo. La soberanía política es asumida por el Estado nacional.
No
necesariamente desaparece la identidad étnica y cultural. En algunos casos se
registra la asimilación económica con autonomía política-territorial, en que
las comunidades, una vez integradas a la esfera del mercado capitalista,
anteponen su legado histórico-cultural como fuente de identidad y resistencia.
Se construyen nuevas relaciones comunitarias y
Es el caso de
las comunidades étnicas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en
el estado de Chiapas, México; quienes con las armas resguardadas, han
desarrollado un proceso autonómico que abarca las esferas de la economía, la
política, la educación y la cultura en los territorios donde tienen influencia;
y de los habitantes de la comunidad purépecha de Cherán, en el estado mexicano
de Michoacán, quienes tras haber sufrido la explotación, la tala ilegal de sus
bosques, el despojo de sus tierras, el rapto de sus mujeres y la opresión de
los partidos políticos oficiales, decidieron desaparecer la policía municipal y
crear una policía comunitaria, expulsar a los partidos políticos, declarar
b) La subsistencia del modo de producción
precapitalista, con asimilación de rasgos culturales, tecnológicos y prácticas
económicas del Capitalismo:
que no modifican cualitativamente su esfera sociocultural, aunque la tendencia
apunta en esa dirección. La soberanía política es también reclamada por el
Estado nacional.
En
A principios del
Siglo XX, ya circulaban entre las tribus del interior de Nueva Guinea,
productos europeos como hachas y herramientas de acero, hechas en las fábricas
de Solingen en Alemania y en la de Sheffield de Inglaterra, aun cuando no
sabían de la existencia de estos colonizadores. Una vez colonizadas estas
comunidades, tuvieron que adoptar la moneda occidental (Godelier
1995:168).
La adopción de
un rasgo o herramienta externa no debe concebirse como una simple imposición de
la cultura occidental, sino como una valoración conciente por parte de las
sociedades etnológicas sobre las ventajas que puede proporcionar determinado
utensilio en la producción y reproducción social. Un instrumento de metal puede
acarrear mayores beneficios que un instrumento de madera, que presenta mayor
desgaste en el mismo tiempo de uso.
Los nuunamiut y
los taremiut, son dos grupos de esquimales de Alaska septentrional que han
sustituido a los perros y trineos clásicos por trineos automóviles y realizan
la caza de caribúes con armas de fuego. Esto les permite contar con un
excedente alimentario que venden en la costa (Campbell 1985:162).
Y en
El proceso
parece conducir a la destrucción dialéctica del modo de producción comunitario
en la región: los hombres jóvenes utilizan el dinero para asistir a la
educación nacional y emigran fuera de sus comunidades para trabajar en cultivos
de coca o en la extracción de madera para sostener a su familia. Además
familias enteras migran fuera de los “resguardos” (Echeverri 2009:27).
c) La subsistencia del modo de producción
precapitalista, en relativo aislamiento: que se desarrolla en regiones inhóspitas, de climas
extremos y de difícil acceso que imposibilitan o limitan la práctica de la
agricultura y el sostenimiento de grandes poblaciones humanas.
En general, constituyen reductos de
poblaciones étnicas importantes, que tras ser diezmadas por invasión o
epidemias, se han mantenido alejados de los centros actuales de población: los andamaneses viven en la densa selva
tropical en las islas indias de Andamán; son pigmeos parecidos a los de Malaya
y del Congo; la población era de unos 5,500 habitantes, pero los europeos
introdujeron la sífilis, el sarampión y la gripe, despoblando las islas desde
1890. En los años 1970 unos 40,000 pigmeos
del Congo africano vivían en el interior de la selva y tenían poco contacto con
los habitantes de los poblados (Service 1984:13-14).
Debido a la expansión de los europeos,
los bosquimanos san se hallan confinados al desierto de Kalahari en Botswana,
Sudáfrica y Angola (Campbell 1985:165-167).
El confinamiento a una región particular
del planeta no ha representado garantía de supervivencia, ni estabilidad: los awás, son cazadores-recolectores que
viven en
La forma de contacto de los awá con el
resto del mundo entre los años 70 y 80 del siglo pasado fue en forma de
ocupación de sus tierras, motivada por intereses económicos nacionales y
globales. Hasta 1973 habían permanecido completamente aislados en la selva
amazónica. A partir de entonces, el pueblo awá fue diezmado y recluido en
reservas, donde hoy vive todavía, en un grave proceso de desestructuración
social y sometido a invasiones de campesinos empobrecidos y madereros (González
2008:21).
d) La extinción étnica o desaparición de un
modo de producción preclasista:
en el que tras un genocidio o padecer epidemias, los sobrevivientes se mezclan
con las nuevas poblaciones desapareciendo como grupo étnico, como la sufrida
por incontables sociedades de los territorios del Norte de México durante
Un caso que
causó indignación a nivel internacional fue El “Informe Figueiredo”, un encargo
del ministro del Interior de Brasil en 1967, que reveló los crímenes contra la
población indígena, llevado a cabo por poderosos terratenientes y el Servicio
de Protección Indígena (SPI)
del Gobierno entre los años 1947-1967:
El documento, de 7.000 páginas, fue recopilado por el
fiscal Jader de Figueiredo Correia, y detallaba los asesinatos en masa, las
torturas, la esclavitud, la guerra bacteriológica, los abusos sexuales, el robo
de tierras y el descuido generalizado contra la población indígena de Brasil.
Algunas tribus fueron completamente erradicadas como resultado de estas
prácticas, y otras resultaron diezmadas (Survival International 2013).
Debido al
Informe, un pequeño grupo de ciudadanos preocupados por el asunto, fundaron dos
años más tarde la organización por el respeto de los derechos indígenas: Survival
International.
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NOTAS
[1] Una banda es un grupo humano reducido, agrupado por relaciones de parentesco, que basa su actividad económica en la caza, la recolección y la pesca. Este tipo de sociedad no se complica por el reconocimiento de clanes y linajes, tan típicos de las sociedades tribales más extensas (Service 1984:16). Una tribu es la unión provisoria de un cierto número de grupos de parentesco asociados para explotar y defender un territorio particular. Una tribu antes de la colonización era un grupo local que afirmaba su soberanía sobre un territorio y que existía, por ende, como una unidad política. En cambio desde hace tiempo la soberanía política pertenece a los Estados (Godelier 1995:163).
[2] Cuando implementan alianzas matrimoniales con otros grupos (exogamia), dan forma a linajes o clanes. Un linaje o clan es un grupo de personas que descienden de manera real (parentesco biológico) o ficticia de un antepasado común, hombre o mujer, a menudo mítico y a veces representado por un tótem, en línea masculina o femenina y descendencia multilocal.
[3] “Existen unos 150 millones de indígenas tribales, pero es imposible calcular el número de pueblos, puesto que depende de cómo se cuenten. Por ejemplo, los españoles pueden contabilizarse como un único pueblo o como varios. Hay pueblos indígenas tribales en todos los continentes habitados, repartidos en unos sesenta países. Sus vidas están íntimamente vinculadas a los territorios ancestrales que son la base de su sustento y de sus modelos de sociedad”. survival.es/sobrenosotros
En África se localizan más de 3,000 grupos étnicos distintos. Civilización, para qué? ¡Bytes, Documento electrónico:
http://ibytes.es/blog_memorias_de_africa.html
[4] La práctica de la exogamia permite fortalecer
los lazos interétnicos y con ello, garantizar el apoyo mutuo en épocas de
escasez o de guerra con otras comunidades.
[5] Este país no fue
colonizado por Occidente como los demás países de África (Manzano 2011).
[6]
Denomino estructura social a la unidad del modo de producción y la
superestructura jurídico-política e ideológica.
[7]
Rusia y China son dos casos excepcionales de naciones, que sin abandonar el
proteccionismo estatal, logran expandir sus economías, insertándose en la lucha
imperialista a nivel mundial.
[8]
Bate (1989:15), pone énfasis en “la amplia gama de actividades y relaciones
sociales que median la reproducción y la reposición cotidiana de la población,
concebidas como modo de reproducción”.
[9]
Que modela la conciencia social.
[10]
Y protegiéndose con la coraza del Estado nacional como ocurre en algunas
regiones del Medio Oriente. Afganistán podría ser un caso apropiado de estudio
al respecto.